
Encontrándonos desde el ser
Por Favio Lis
Cuando entramos en contacto profundo con nosotros mismos podremos ofrecerle al otro lo que verdaderamente necesita, justo aquello que estaba necesitando.
Dejando de lado la propia ilusión de nuestra imagen y apariencia, que por momentos la creemos como verdadera, podremos reconocer que esa misma imagen nos limita y condiciona. Solo en ese momento podremos vaciarnos. Pero ¿vaciarnos de qué?, ¿llenos de qué?
Así cuando hablamos de vacío, hablamos precisamente de ese espacio que se transforma en un vacío creador, más allá de la ilusión y las creencias, sin agregar ni quitar nada. Es ahí cuando entramos en contacto con la esencia, con lo verdadero. Solo en ese momento podemos entrar en un verdadero contacto personal y también con el otro.
La dificultad de poder contactar con lo esencial más allá de lo ilusorio nos conduce sin que seamos concientes a quedarnos en el mismo lugar una y otra vez, y repetir las historias.
Quien pueda entrar en una conexión distinta y verdadera consigo mismo también podrá vincularse con el prójimo desde otro lugar.
¿Quiénes somos verdaderamente cuando nos encontramos con el otro? ¿Cuál es nuestra creencia sobre el otro y sobre nosotros? ¿En qué creemos cuando creemos? ¿Qué vemos cuando nos vemos? ¿Vemos lo que somos o vemos lo que no somos?, y lo que no somos ¿lo podemos ver?
En oriente se denomina Wu wei, que significa: ¡hacer sin hacer!, hacer sin dejar huellas, hacer sin intención. ¿Cómo podemos hacer sin hacer?, ¿podemos hacer sin dejar huellas?, ¿podemos hacer sin intención?
¡Así como el facilitador!, y su intención de ayudar. ¿Se puede ayudar sin intención?, ¿podemos asentir al destino del otro?, solo nos corresponde abrirnos para estar justo ahí, en ese lugar donde el otro lo necesita y donde lo nuevo aparece y se manifiesta, sin esperar nada.
Soltar de a poco lo que vamos acumulando será el nuevo paso hacia la esencia, será un contacto desde otro lugar. Ese lugar donde paradójicamente ese vacío genere un espacio lleno.
Nada de nuestra esencia quedara verdaderamente vacía porque siempre estuvo llena, “quien permanezca en contacto con lo esencial nunca será pobre, más quien se encuentre lejos de ello nunca será rico”.
En un mundo donde lo individual y el egosimo forman parte central de lo cotidiano, si estamos atentos a lo que el otro necesita, podremos estar al servicio de algo mas grande, donde “más tu y menos yo” podría convertirse en la clave.
Entonces, ¿quién se ofrece?, ¿cuándo nos ofrecemos?, ¿desde qué lugar ofrecemos? ¿Qué parte nuestra ofrecemos, cuando ofrecemos?
“La sanación no está en la herramienta o en el trabajo, está en el contacto”.
Cuando entramos en contacto profundo con nosotros mismos podremos ofrecerle al otro lo que verdaderamente necesita, justo aquello que estaba necesitando.
Dejando de lado la propia ilusión de nuestra imagen y apariencia, que por momentos la creemos como verdadera, podremos reconocer que esa misma imagen nos limita y condiciona. Solo en ese momento podremos vaciarnos. Pero ¿vaciarnos de qué?, ¿llenos de qué?
Así cuando hablamos de vacío, hablamos precisamente de ese espacio que se transforma en un vacío creador, más allá de la ilusión y las creencias, sin agregar ni quitar nada. Es ahí cuando entramos en contacto con la esencia, con lo verdadero. Solo en ese momento podemos entrar en un verdadero contacto personal y también con el otro.
La dificultad de poder contactar con lo esencial más allá de lo ilusorio nos conduce sin que seamos concientes a quedarnos en el mismo lugar una y otra vez, y repetir las historias.
Quien pueda entrar en una conexión distinta y verdadera consigo mismo también podrá vincularse con el prójimo desde otro lugar.
¿Quiénes somos verdaderamente cuando nos encontramos con el otro? ¿Cuál es nuestra creencia sobre el otro y sobre nosotros? ¿En qué creemos cuando creemos? ¿Qué vemos cuando nos vemos? ¿Vemos lo que somos o vemos lo que no somos?, y lo que no somos ¿lo podemos ver?
En oriente se denomina Wu wei, que significa: ¡hacer sin hacer!, hacer sin dejar huellas, hacer sin intención. ¿Cómo podemos hacer sin hacer?, ¿podemos hacer sin dejar huellas?, ¿podemos hacer sin intención?
¡Así como el facilitador!, y su intención de ayudar. ¿Se puede ayudar sin intención?, ¿podemos asentir al destino del otro?, solo nos corresponde abrirnos para estar justo ahí, en ese lugar donde el otro lo necesita y donde lo nuevo aparece y se manifiesta, sin esperar nada.
Soltar de a poco lo que vamos acumulando será el nuevo paso hacia la esencia, será un contacto desde otro lugar. Ese lugar donde paradójicamente ese vacío genere un espacio lleno.
Nada de nuestra esencia quedara verdaderamente vacía porque siempre estuvo llena, “quien permanezca en contacto con lo esencial nunca será pobre, más quien se encuentre lejos de ello nunca será rico”.
En un mundo donde lo individual y el egosimo forman parte central de lo cotidiano, si estamos atentos a lo que el otro necesita, podremos estar al servicio de algo mas grande, donde “más tu y menos yo” podría convertirse en la clave.
Entonces, ¿quién se ofrece?, ¿cuándo nos ofrecemos?, ¿desde qué lugar ofrecemos? ¿Qué parte nuestra ofrecemos, cuando ofrecemos?
“La sanación no está en la herramienta o en el trabajo, está en el contacto”.